Rosa de nieve,
qué blanca eres
y qué tan singular
que tú
eres la flor
que huele
a otra flor.
Sí, pálida florecilla,
tú eres la flor
que huele
a su amiga,
la vainilla.
Qué tan singular serás
que tu piel
se me clava
en las espinas.
Y sangro yo
y no tú.
Pero qué más da,
si puedo oler esa flor;
esa rosa
que huele
a vainilla.
Experimento con el verso libre por motivo del Día de San Jorge. Regalo para Sandra.
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