lunes, 4 de marzo de 2013

El confesionario



«No sé si estará viva. Espero que sí. Tampoco le he dado tan fuerte. Ha sido un accidente. Quiero confesarme, decirle a toda España lo que acabo de hacer. Quiero explicarme para que veáis que ha sido un accidente. Quiero… quiero… ¡Joder! No sé por dónde empezar. Estoy muy nervioso, el corazón se me va a salir del pecho.  Estamos en el cuarto de confesiones escondidos, pero no sé ni cómo hemos acabado aquí. El Juli y Fabián están conmigo, y quiero que hablen y cuenten lo que ha pasado para que se sepa que no ha sido con mala intención. Yo casi no me acuerdo de nada, todo está borroso; no sé cómo explicarlo.
Solo recuerdo algunas cosas. Ha ocurrido en la cocina, he ido allí y estaba Vanesa haciéndose unas tostadas, me parece. Yo también quería merendar y el único cuchillo bueno para untar lo tenía ella. Mierda… si es que todo ha sido por una tontería… Ella tenía el cuchillo… y yo solo se lo he pedido. Ya sé que no nos llevábamos de puta madre, pero se lo he pedido bien. Ella me ha dicho que me jodiera y se lo he vuelto a pedir. No sé qué le ha pasado pero se ha alterado y se ha puesto a gritar y a amenazarme. Yo me he puesto nervioso y le he seguido el rollo. Nos hemos excitado y nos hemos dicho de todo, pero es que eso aquí es normal. Ya sabéis cómo funciona esto; hacemos el paripé un rato y luego no ha pasado nada, pero no sé qué le ha pasado por la cabeza. Se le han cruzado los cables y me ha tirado el cuchillo a la cara. Y casi me da, joder. Me he puesto como un loco  y he levantado más la voz; ella también se ha encendido aún más y  no dejaba de decirme de hijo de puta para arriba. Juli se ha metido en medio, ha intentado que nos calmáramos pero no se podía ya. Estábamos descontrolados, era imposible meterse a separarnos sin perder un ojo, porque, joder, yo cuando me enfado, me enfado. Y ella también tenía su pronto, ya lo sabéis.
 He visto que cogía otro cuchillo y que se acercaba a mí, he agarrado no se qué, lo primero que tenía mano, para defenderme. Al ver que no tenía intención de parar, me he asustado, le he visto los ojos e iba en serio. Juli ha intentado agarrarla y quitarle el cuchillo pero Vane se lo ha puesto en el cuello y lo ha echado para atrás. Yo me he acojonado, se le había ido la cabeza y conforme venía a rajarme, le he lanzado eso que llevaba en la mano, y le he dado en la cara, y se ha desmayado, y… me he quedado paralizado. Lo último que recuerdo es verla desmayarse. Se ha echado las manos a la cara, y al mirarse toda llena de sangre se ha caído, y no se ha levantado. Solo… solo puedo ver la mancha de sangre creciendo en el suelo. Os prometo que ha sido un accidente, yo solo me defendía. Tenéis que creerme. »

***

«Soy Julián Fernández Romero y estoy en el confesionario de la casa del reality show “El ojo de la verdad”. Acaba de ocurrir algo muy jodido. Fernando, El Bravo, como lo llamamos nosotros acaba de matar a Vanesa, a la Vane. Y digo que la ha matado porque prometo que no respiraba. Todo estaba lleno de sangre; le salía a borbotones de una brecha en la frente. Ni de coña está viva. Yo he intentado evitar que pasara, pero ya os digo yo que no se podía.
Fernando y Vanesa se habían enfadado por un cuchillo. Al principio era gracioso ver a los dos, ahí, despotricando, insultándose y poniendo a parir a la familia del otro, pero cuando El Bravo, le ha soltado el primer puñetazo en la barriga... ahí, justo en ese momento, me he dicho que aquello no iba a acabar bien. La otra… se ha quedado dolorida. Se le veía en la cara. Hasta le caía alguna lágrima del dolor. Se ve que se asustó y cogió algo para defenderse  -creo que una cuchara de guisar- y amenazó con estampársela a la cabeza si se acercaba. Aún así, no paraban de insultarse. Era un espectáculo. Yo intenté meterme otra vez a separarlos, pero me lo pensé dos veces; no quería que me diesen una paliza intentándolo. No escuchaban, ni tampoco atendían a razones; estaban idos de la puta cabeza.
No sé muy bien qué pasó justo después. Creo que la Vane le ha dicho que la tenía pequeña y parece que eso le ha hecho explotar al Bravo, aún más si se podía. Se le hinchó la vena del cuello y se puso rojo. Ahora ya os imagináis por qué lo llaman así. Un tío que es capaz de coger un cuenco de leche y golpear con él la cabeza de alguien hasta que se rompa en trocitos, no puede estar bien de la cabeza. Ya os lo digo yo.
No fue un puto accidente. Es mi amigo, pero no puedo mentir a toda España. Se ha dejado llevar, la ha cogido del cuello y le ha reventado el cuenco en la frente… Pensaba que me iba a matar a mí también. Reconozco que me he acojonado.»                                                  

***

«Yo soy Fabián, aunque eso ya lo sabéis. Lleváis viéndonos en la tele más de tres meses, y creo que como yo, no os esperabais esto. No sé qué coño hago aquí encerrado. Esto es una locura, apenas cabemos los tres y el resto de concursantes están fuera, golpeando la puerta. Quieren entrar, y como lo hagan van a linchar a estos dos. Yo no sé qué ha pasado, no estaba allí cuando la han matado. He llegado justo después. Ha sonado un golpe muy fuerte y he salido a ver qué pasaba, y allí estaba Vanesa, acostada sobre un lecho de sangre, de su propia sangre. Me he acercado y he comprobado que estaba muerta…
El resto, al igual que yo, ha ido a la cocina para ver qué era el ruido que había escuchado y se encontraron a Fernando sujetando lo que quedaba del bol con el que la había agredido, lleno de sangre, y a Vane tirada en el suelo. Su novio, al verla espachurrada, casi mata a Fernando. Julián y yo, conseguimos pararlo, pero no se tranquilizaba. Yo no iba a dejar que mataran a más gente.
Todos parecían comenzar a enfadarse y empezaron a pedirle explicaciones a Fernando. La habitación hervía; de ahí no podía salir nada bueno. No parecían escuchar. Vi a un par de ellos con los ojos inyectados en sangre y decidí encerrar a Fernando en el confesionario, o sea, aquí, pero la situación se volvió muy violenta. Todos se pensaron que yo estaba de su parte y cuando me dieron la primera hostia supe que nada iba a calmarlos. Vanesa era muy querida aquí dentro. Bueno, qué os voy a decir, erais vosotros, los espectadores, los que la votáis cada semana. Y siempre la hacíais ganar. Pues en la casa era igual. Todos la queríamos y la apreciábamos mucho, de forma no me extraño la reacción. Así que… no me quedó otra que esconderme aquí, con estos dos, sino quería pagar yo los platos rotos.
Una vez aquí dentro, el remordimiento ha empezado a carcomer a Fernando; se ha puesto a dar gritos y a pegarle puñetazos a la pared, pero claro, eso no va a recomponer la cara de Vanesa. No para de decir que quiere explicarle a todos los que ven “El ojo de la verdad”, lo que había pasado. 
Pero, menuda gilipollez, ¿de qué sirve intentar exculparte y explicar nada cuando has matado a alguien en prime time? »                                                           

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